Jean-Albert Foéx nos ha ofrecido la explicación más plausible y al mismo tiempo más obvia acerca de la Atlántida, en su libro "Histoire sous-marine des Hommes" (Historia submarina de los hombres).
En el último período glaciar el nivel del mar se hallaba unos 135 a 150 metros por debajo del actual.
La elevación del nivel se debió a las inundaciones originadas por el deshielo de los últimos glaciares.
Cuando el tercer y último glaciar se retiró y los hielos se derritieron, las aguas se elevaron en más de 150 metros y produjeron lluvias torrenciales y erupciones volcánicas, especialmente en las zonas volcánicas del Atlántico.
Este aumento del nivel de las aguas podría explicar también el gran crecimiento del Mediterráneo, cuyo fondo no es un verdadero fondo marino, sino que se caracteriza por tener valles y montañas.
Sabemos que los glaciares existieron; que el hombre preglacial también existió, y conocemos el ritmo de aumento de nivel de las aguas del océano gracias a la precisión que el empleo del carbono 14 nos ofrece para establecer la edad de los materiales dragados. Entre esos materiales figuran conchas marinas, moluscos, turbas, mastodontes y mamuts e incluso herramientas prehistóricas.
Si proyectamos las islas del Atlántico de acuerdo con su situación en aquella época, incluyendo todo el fondo del mar que las rodeaba, hasta una profundidad de 150 metros o más, obtenemos islas con áreas terrestres mucho mayores; tal vez no del tamaño de los continentes, pero sí lo bastante extensas como para mantener una población numerosa y activa, capaz de desarrollar una civilización.
Algo similar ocurrió con las otras costas, de Francia, España, Portugal, África del Norte y América, que se extendían probablemente tanto como el zócalo continental, como lo demuestran los cañones submarinos que parten de los ríos actuales hasta llegar al borde de grandes abismos.
Estas islas oceánicas no sólo habrían sido mayores que las actuales, sino más numerosas, lo cual significaría extensas zonas secas comprendidas en las orillas de las grandes y pequeñas Bahamas, donde se han realizado recientes descubrimientos de edificios y ciudades sumergidas. La extensión “anterior a la inundación” de estas zonas y de las islas atlánticas nos recuerda la mención por parte de Platón de “…otras islas; y desde las islas se podía atravesar al continente opuesto…”.
Tanto en las Azores como en las Canarias y las islas Bermudas se ha informado de la existencia de construcciones submarinas de origen desconocido.
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